Título: Venganza
Pareja:YunHoxJaeJoong
Rating: R18 (Violencia y contenido sexual)
Género: Romance/Tragedia
Resumen: Yunho es consumido por el deseo de venganza a ese primo que le quitó a su primer y único amor. ¿Qué hará cuando se dé cuenta que se ha enamorado del hijo de la persona que más odia y la que más amó?
Nota: Les advierto que hay una gran diferencia de edad entre Yunho y Jaejoong aquí, además de menciones de violación y algo de contenido sexual, si algo de esto les afecta absténganse a leer, no quiero traumar a nadie xD (Aunque en realidad no hay nada muy explícito creo yo... pero por si las dudas.)
*~.~.~.~.~.~*
Tenía
apenas doce años cuando la vi por primera vez.
Aquella
hermosa mujer de larga y ondeada cabellera rubia, como tejida de hilos de oro
que destellaban a la luz de sol. Ojos claros del color puro del mismo cielo.
Labios carnosos y rojizos, cuyo color atraía como la manzana roja que alguna
vez obligó a Adán y Eva a cometer el pecado original.
Era
un ser celestial, un ángel que atrajo a un niño como lo era yo en aquel
entonces. Ella sólo había vivido dieciséis primaveras. Dieciséis puras e
inocentes primaveras, que al convertirse en dieciocho, le fueron arrebatadas
por un hombre.
Uno...
que no era yo.
La
había amado desde el momento que puse ojos en ella, hasta que dio a luz al
primer hijo de ese hombre.
Jung
JiHoon.
Mi
amado primo. Aquel que me había enseñado el arte de tocar el piano, como si de
una dulce y delicada mujer se tratara.
Ahora
sabía en quien se había inspirado para enseñarme de tal forma.
Él
era conocedor del gran sentimiento que embargaba mi corazón, de lo mucho que
sentía por ella... Aun así, la reclamó como suya.
El
día de la boda, pude retener mis lágrimas lo suficiente como para preguntarle.
–
¿Por qué?
JiHoon
sonrió triunfante y acarició mi rostro.
–
Porque soy el indicado para tener su corazón –Se alejó unos pasos y me observó–
Un niño de catorce años jamás podría complacerla como lo haría un hombre como
yo.
Nunca
me había sentido más infravalorado. Más humillado. Más destrozado.
El
sentimiento fue peor aun cuando me enteré que ella había muerto unos meses luego
de dar a luz.
La
dejó morir.
Y
mi venganza llegaría. Aunque me tardase la vida entera en fraguarla y
realizarla.
Quince años después...
Ya
era ahora un hombre rico. El imperio comercial, heredado de mi padre, sólo
crecía y prosperaba con el pasar de los minutos, gracias a mí.
Jung
YunHo ya no era más un niño inocente e ingenuo. Era ahora un reconocido comerciante,
conocedor y experto en reconocer las más finas especias existentes del planeta.
A mis veintiocho años, era llamado “joven prodigio”.
Supongo
que los sucesos de mi juventud, incluida la prematura muerte de mi padre,
lograron acelerar mi madurez y absorción de conocimientos.
Ahora
me hallaba frente a la casa de mi “amado” primo. Aquel que no sólo se contentó
con quitarme a la mujer que amaba; sino que también la alejó de mí, mudándose
con ella y su hijo recién nacido a París, miles de kilómetros lejos de
la Corea que nos vio nacer.
Según los doctores, ese viaje sería una de las causas que determinó la muerte
de ella...
Mordí
mi labio inferior. El odio sólo se incrementó con los años.
Una
sirvienta me hizo entrar al lujoso salón central, donde me rogó esperara al
señor de la casa. Acepté, entreteniéndome por el momento observando lo que
adornaba esta hermosa estancia. Sillones de terciopelo, hermosas pinturas que
había tenido el deleite de observar tan sólo en libros sobre arte moderno, numerosos
adornos del oro más fino, y como obviar el ostentoso candelabro que colgaba del
techo, al cual tampoco podía faltarle imágenes de pequeños e inocentes ángeles
revoloteando alrededor.
Que
contraste con el dueño del lugar. ¿Acaso cree que rodeándose de falsos seres
celestiales puede conseguir el perdón de Dios?
O
en todo caso, ¿
Mi perdón?
Me
arrebató a la persona que más amaba, cuando yo había confiado en que él me
ayudaría a estar por siempre con ella.
Pero
no, él se mofaba de mí y sonreía a mis espaldas, seduciendo como una víbora
traidora con su venenosa lengua, mi primer y único amor.
–
¿Señor? Disculpe... ¿Se siente bien?
Al
volver la mirada, por un momento creí revivir las mismas sensaciones que tuve
en mi juventud, cuando mis ojos encontraron por primera vez el amor.
Cabello
dorado. Ojos celestiales. Piel blanca y notablemente suave al tacto. Labios
carnosos y atrayentes.
¿Sería
el espejismo de un amor no consumado?
–
¿Cuál es tu nombre? –No pude evitar sonreír al ver semejante belleza. La pureza
reflejada en sus ojos me atrapaba por completo.
–
Creo que es de buena educación presentarse antes de hacer tal pregunta, señor.
Mi
sonrisa sólo se agrandó. Con cada palabra que salía de entre sus labios, me cautivaba
más y más.
–
Lo siento, –Contuve mi deseo de acariciar una de sus tiernas mejillas, e hice
la reverencia pertinente a cualquier saludo formal– Mi nombre es Jung YunHo.
Ahora, ¿Sería tan amable de revelarme su nombre?
El
ángel frente a mí dejó escapar una ligera risa, cubriéndola al instante con su
mano derecha. Todo lo que hacía era simplemente adorable.
–
Yo soy Kim JaeJoong. –Estiró su mano, ofreciéndome la oportunidad de comprobar
la suavidad de su piel al tacto, al tomarla y acercarme a besar el dorso de la
misma, como era costumbre saludar a cualquier dama de clase. Aunque no pude
evitar preguntarme el porqué de su atuendo tan masculino.
La
sorpresa en sus ojos ante mi acción, me hizo dudar por un momento. ¿Habría sido
demasiado atrevido hacer eso?
–
¿Q-qué está haciendo? –retiró su mano de la mía, protegiéndola con la otra casi
al instante. El tono rosado de sus mejillas se intensificó.
–
Saludo a una dama como es debido. –Le respondí con una sonrisa, tratando de
calmar su timidez– Lamento si le molestó de alguna forma.
–
Me temo que está en un error, yo no...
–
¡Ahh! ¡Querido primo! –Aún en su voz podía sentir el tono de superioridad.
Aquella misma superioridad con la que me había mirado hace tantos años, en
aquel fatídico día en que tomó lo mío como suyo.
Me
abrazó, como si de verdad me quisiera. Bien, le dejaré pensar que el
sentimiento es mutuo.
–
¿Cómo has estado? –Se alejó de mí, posando sus sucias manos sobre los hombros
de mi ángel.
Mí ángel... ¿desde cuándo?
Quizás desee que fuera así desde el momento en que sus ojos conocieron los
míos.
–
Bastante bien, en realidad –Le respondí– Y al parecer, los años han sido
bastante benévolos contigo, no has cambiado nada.
–
Diría lo mismo, pero ¿Cómo negar la evidente madurez del pequeño YunHo?
–Sonrió– Ya no tan pequeño, claro esta. Te has vuelto todo un hombre.
–
Gracias.
–
Veo que ya conociste a mi hijo –La expresión en mi rostro se volvió dubitativa,
y entonces, temí que quizás...
–
¿Tu hijo?
–
Así es. Kim JaeJoong. –Me sonrió el desgraciado– Le dejé el apellido de su
madre. Después de todo, habrás de recordar que su familia es más influyente que
la nuestra.
Ahora
comprendía todo. El repentino ajetreo de mi corazón al verlo, su sorpresa
cuando mis labios tocaron el dorso de su mano... el renacer del sentimiento que
creí muerto en mi corazón con tan sólo una mirada suya...
“Dios, es la viva
imagen de su madre. Es...”
Simplemente,
hermoso.
*~.~*
Mi
estancia en París se prolongó más de lo que hubiera esperado. Y no era
precisamente contra mi voluntad, sino más bien todo lo contrario.
Tenía
planeado hasta el más mínimo detalle.
Gracias
a la hospitalidad de JiHoon fui capaz de permanecer en la misma casa que mi
pequeño ángel, JaeJoong. Todas las mañanas nos encontrábamos en la mesa del
desayuno, y conversábamos de cosas triviales, aunque eso no me importaba. Ver
su sonrisa mientras hablaba, me daba más satisfacción que una conversación con
el más culto de los profesores de la universidad en la que había estudiado. Las
largas caminatas en los extensos y bellos jardines de la mansión no podían ser
más placenteras y relajantes, puesto que su compañía bastaba para llenarme de
dicha por completo.
Por
primera vez en muchos años, me sentía vivo de nuevo.
*~.~*
Había
pasado un mes desde que llegué a París, y aunque deseaba abusar de la
hospitalidad de JiHoon, era necesario buscarme otro hospedaje para que mi plan
resultase.
“Sólo unos meses
más... y entonces sabrás, JiHoon, lo que es el verdadero dolor.”
–
¿Tío? –JaeJoong asomó su dorada cabeza, tímidamente, por la puerta de mi
habitación– ¿Ya te marchas?
–
Me temo que sí, Joongie –Terminé de acomodar algo de ropa dentro de la maleta,
cerrándola al fin. Luego volví la mirada hacia la puerta, sonriendo– Ven aquí.
Le
indiqué que se sentara a mi lado sobre la cama– No me iré de París, sólo me
hospedare en otro lugar. –Acomodé algo de su cabello detrás de su oreja,
aprovechando la acción para acariciar su mejilla– Prometo visitarte seguido,
¿sí?
–
Pero, tío... –silencié sus labios con un dedo. Como me hubiera gustado hacerlo
con los míos.
–
Te he repetido hasta el cansancio que puedes llamarme YunHo cuando estemos
solos... –Mi mano regresó a descansar en su mejilla. Sufrí un ligero estremecimiento
al sentir su rostro inclinarse hacia el toque, como buscando más cariño. No
queriendo defraudarlo, le acaricié ligeramente, sintiendo luego el calor de una
de sus manos sobre la mía.
–
¿No te gusta estar conmigo? –Me observó con tristeza– No quiero que te vayas.
Sin ti, mi padre es insoportable –Detuvo mis caricias para sostener mi mano
entre las suyas– Desde que llegaste, sentí como si llegara el sol a mi vida.
Sin ti, todo volverá a ser monótono, aburrido y triste...
–
JaeJoong, ¿Cómo no habría de gustarme tu compañía? –Me dejé sonreírle un
momento– Créeme, que el conocerte ha sido uno de los mayores placeres de mi
vida. Pero como te vuelvo a decir, es necesario que mude más cerca de la
oficina de exportación. Mis horarios han cambiado y no puedo hacer nada al
respecto. Sólo darte mi palabra, de que no dejaré de visitarte
cada vez que el trabajo me lo permita.
–
YunHo... ¿Me prometes que asistirás a mi fiesta cumpleaños?
–
Claro que estaré allí. No todos los días mi JaeJoong cumple quince años...
Mi JaeJoong.
Mi
respiración se detuvo por un momento
.
“¿En qué demonios estaba pensando?”
Observé
expectante, esperando pacientemente una reacción por parte de JaeJoong. Tan
sólo alzó la mirada y sonrió.
–
¿
Tu JaeJoong?
–
Sí,
mi JaeJoong –Jugué con su
cabello, esperando que se lo tomara a broma y no lo malinterpretara.
–
No veo dónde dice tu nombre –Miró dentro de su camisa, como si buscando alguna
marca que lo hiciera mi posesión. Sonreí aliviado, y decidí seguirle el juego.
–
No veo necesario que lo lleves escrito. Después de todo, eres
mi sobrino. –Mi sonrisa se agrando al
ver su rostro de fingida molestia– Está sobreentendido que eres
mío.
–
En ese caso... tú también eres
mi
YunHo. Eres
mi tío y por lo tanto,
está sobreentendido que eres
mío.
–Sonrió de lado, dejando su aire de inocencia por un momento, haciendo que se
viera más... sexy.
“No tienes idea de la gran tentación que eres
para mí, JaeJoong ah.”
–
Bien, chico listo, me parece justo.
–
Señor Jung. –Una de las sirvientas tocó la puerta– Su transporte ha llegado.
–
Muchas gracias, en seguida voy. Mande a llamar a alguien para que lleve mi
equipaje, por favor.
–
En seguida, señor.
La
mujer se retiró y entonces mi atención regresó a mi joven sobrino.
–
Bueno Joongie, creo que ya es...
Se
lanzó a abrazarme antes de que pudiera terminar la frase. No dijo nada, pero
podía sentir su respiración agitarse, como si estuviese conteniendo las ganas
de llorar.
Bien
era cierto que no nos veríamos como antes, pero al menos estaríamos en contacto
una vez a la semana. Y no me iría del país, no hasta completar mi venganza. Aún
así... pareciera haber dejado una fuerte impresión en JaeJoong.
Una
sonrisa curveada se abrió paso en mi rostro mientras acariciaba su cabello.
Todo
va marchando a la perfección.
*~.~*
La
fiesta de cumpleaños se estaba celebrando en uno de los salones de fiesta más
lujosos y con los mejores jardines. Aunque claro, JiHoon nunca hubiese podido
costearlo, ya que su negocio de vinos iba decayendo debido a una plaga que le
había costado más de la mitad de sus viñedos. Y evidente, como el buen tío que
soy, no podía permitir que mi querido sobrino tuviera una fiesta mediocre, así
que me ofrecí a ayudarle a pagarla. Claro está, nadie debía enterarse, pero eso
era lo de menos.
–
JaeJoong ah, creo que has bebido demasiado...
Luego
del discurso y la ceremonia principal, JaeJoong se desapareció junto con
algunos amigos suyos. Obviamente, lo seguí.
–
Cierra la boca, YooChun. –Reí al ver como golpeaba torpemente el hombro de su
amigo– Puedo beber más de lo que todos ustedes juntos... harían... ¡Una noche!
Se
puso de pie indignado, y se hubiera ido de bruces al suelo, de no ser porque
salí de mi escondite y lo atrapé antes de eso.
–
¿Yun...Ho? –Abrió los ojos, sorprendido al verme allí. Sus amigos imitaron la
acción.
– Park YooChun, Kim JunSu y Shim ChangMin... ¿O me equivoco?
Los
tres chicos palidecieron. Si sus padres se enteraban de esto, de seguro les
esperaba un castigo ejemplar.
–
No se preocupen –Sonreí– No diré nada de esto a sus padres. Sólo vengo a
llevarme a mi sobrino, que al parecer ya ha tenido suficiente.
El
trío asintió y agradeció por no revelar su pequeña travesura. JaeJoong me pidió
no llevarlo a casa, puesto que su padre se enfurecería al verlo en ese estado.
Accedí a su pedido, y en vez de eso lo llevé al lugar donde me estaba
hospedando.
Después
de todo, no tenía intención alguna de llevarlo a casa desde un principio.
*~.~*
Sabía
que esto pasaría cuando llegáramos.
–
JaeJoong ah...
Lo
que no me esperaba, era una iniciativa por parte suya.
A
penas cruzamos la puerta de mi habitación alquilada, el menor se había lanzado
sobre mí, estrellando bruscamente sus labios con los míos. Me besaba con
desesperación, como si la vida se le fuera en ello. Por un momento había
dudado... temí por él, temí su reacción al día siguiente... puesto que el beodo
ahora era él y no yo.
Entonces
recordé que el odio es algo normal para las personas como yo. Para las personas
que no piensan en nada más que vengarse.
Aunque
por esa noche, sólo quería pensar que tenía el amor que había perdido hace
tantos años... el amor que nunca llegué a saborear como ahora.
Me
incliné para profundizar aquel beso tan necesitado, puesto que la diferencia de
altura le hacía imposible a JaeJoong hacerlo, aunque se apoyara en las puntas
de sus pies. Acaricié su cabello como siempre lo hacía, notando al instante
como sus manos luchaban por liberarme de lo que vestía.
–
Joongie... ¿De verdad... quieres...? –Alcé su mentón obligándole a mirarme a
los ojos. Algo en mí aún no estaba satisfecho con todo esto.
–
YunHo ah... –Tomó entre sus manos a aquella que le había forzado a levantar la mirada–
No estoy ebrio. –Acercó mis dedos a sus labios, besando dos de ellos para luego
lamer un tercero– Y... –Deshizo los pocos botones que cerraban su camisa,
dejándola luego caer al suelo– Sé que me has deseado desde hace mucho...
–Atrajo mis dedos a su pecho, haciéndoles tocar uno de sus rosados y erectos
pezones– Mucho tiempo...
Un
suspiro escapó de entre mis labios, dejándome llevar por el rubio frente a mí.
–
Yo también te he deseado, YunHo... –sujetó el cuello de mi camisa y me atrajo hacia
la cama, obligándome a recostar sobre ella mientras él trepaba sobre mí,
colocando sus piernas a ambos lados de mi cuerpo. Se inclinó y dejó sus labios
rozar tímidamente mi oreja mientras susurraba– No sabes cuánto he esperado...
cuántas noches sin sueño he gemido tu nombre, con la esperanza de algún día
sentirte, como aquellas veces en que mis dedos reemplazaban tu sexo...
preparándome para ti.
Con
cada palabra que dejaban sus labios, lograba provocarme más y más. Ya
podía sentir el dolor en mi entrepierna,
del miembro sumamente endurecido que rogaba por estar dentro de JaeJoong.
Relamí
mis labios, dejándome llevar por momento, dando libre albedrío a mis manos y
mis deseos.
No
tardamos en estar ambos desnudos, admirando nuestros cuerpos como si esa fuera
no sólo la primera, sino la última vez.
Y
probablemente, lo sería...
–
Ahh... Ahh... YunHo... –Sentí sus dedos enredarse en mi cabello, mientras mi
lengua acariciaba uno de los pequeños bultos de carne en su pecho y estimulaba
su sexo, agitándolo hasta lograr obtener unas cuantas gotas de su esencia.
– YunHo... no puedo... ahh... te quiero en... ¡Ahh! –Interrumpí sus palabras
introduciendo un dedo en su interior, moviéndolo para expandir la zona que
pronto marcaría como mía. El segundo y el tercero no tardaron en seguirle.
-
JaeJoongie... Dime cuánto me deseas... –Mis dedos no dejaban de entrar y salir
cada ves más bruscamente de su interior, siendo ayudados de vez en cuando por
las caderas de Jae.
–
Hmm... Tanto... tanto que... moriré si no me tomas... por favor... ¡YunHo!
Me
apoderé de sus labios nuevamente, mientras me abría paso en su interior.
JaeJoong no dejaba de gemir mi nombre, casi gritándolo cuando estuve
completamente dentro de él. Era una sensación tan placentera, tan relajante,
tan aliviante... casi como si la última pieza de un rompecabezas finalmente
estuviera en su lugar, encajando perfectamente, logrando armar la figura
perfecta. Me sentí completo y complementado.
Aunque
JaeJoong no sea ella...
Al
menos él... será mío.
–
¡H-Hm! ¡Yun-nHo! ¡Más...! ¡Ahhh!
“Es una perversión
¿verdad? El amarte y desearte tanto.”
–
Jae... –lo abracé con fuerza, aumentando el ritmo de las embestidas, mientras
él saltaba sentado en mi regazo– Dime... ahh... ¡Dime que me amas!
–
¡YunHo...! ¡YunHo, ahh! –Besó mis labios con fuerza antes de responder– ¡Te
amo! Hmm... YunHo... ¡Te amo más que mi vida!
Seguimos
así, unidos, gimiendo nuestros nombres, disfrutando del placer de
complementarnos hasta que finalmente, acabamos juntos.
–
Yo también te amo, JaeJoong ah...
*~.~*
Lo
primero que vi al despertar por la mañana fue su brillante cabellera rubia,
iluminada por los cálidos rayos solares de la nueva mañana. Acomodé su cuerpo
con cuidado, quitándolo de encima mío para dejarlo dormir cómodamente a mi lado
en la cama. Una vez me aseguré de que seguía durmiendo, me levanté de la misma
y caminé hacia una cómoda cercana, sin importarme mi desnudez, para sacar algo
de allí. Un objeto que me aseguraría lo que estaba buscando durante tanto
tiempo.
Regresé
a cama y me dediqué a observar al menor. Tan tranquilo... tan inocente... -sonreí
ante el pensamiento. Vaya inocente- y tan vulnerable...
Lentamente,
acerqué un hermoso puñal de oro, finamente tallado, a su garganta. Bastaba con
presionar un poco y moverlo hacia un lado para terminar con su vida. Para
realizar mi venganza.
Que
frágiles somos los humanos.
Y
que fáciles de manipular por nuestras propias emociones.
Finalmente,
ahora le devolvería el favor a mi querido primo. Le arrebataría lo que más ama,
así como lo hizo conmigo. Tanto el corazón de JaeJoong, como su vida, son míos
ahora. Y JiHoon nada puede hacer...
–
¿YunHo ah...? –Murmuró, abriendo los ojos lentamente– Buenos días...
–
Buenos días...
–
¿...Qué haces?
Aquella
pregunta... ¿Por qué removía mi conciencia con tanta fuerza? Sólo su voz me
había detenido de realizar mi cometido... y ahora me hacía dudar.
¿Por
qué? ¿Por qué tengo que verla a ella en él siempre? Hasta sus voces son igual
de gentiles, sus miradas tan cálidas y llenas de amor...
–
Te entrego tu regalo –Si más fuerzas para sostener el arma, se la entregué a
JaeJoong. Después de todo, muy dentro de mí siempre supe que no podría matarlo.
De ser así...
–
Es hermoso... –Acarició la empuñadura, dejando a sus dedos deslizarse por su
diseño elegante y curvilíneo– Gracias YunHo... me has dado más de lo que alguna
vez he tenido en la vida...
–
¿A qué te refieres?
–
Me has amado, YunHo. –Abrazó su nuevo regalo contra su pecho desnudo, ignorante
de que pudo haber causado su muerte– Eso... ni mi padre lo ha hecho, a pesar de
todas las veces que me lo ha predicado mientras me usaba de reemplazo de mi
madre...
Sorpresa,
no era una palabra que alcanzara a describir lo que sentía en este momento.
Acaso... ¿Acaso JiHoon abusaba de su propio hijo? Quizás por eso... por eso
JaeJoong no quería que me fuese de la mansión... conmigo ahí, JiHoon no se
atrevería a tocarlo.
–
Quieres decir que... Jae, tú...
–
Debo irme –Informó, poniéndose de pie al instante, dejando de lado el puñal
para que no le estorbara al vestirse– Gracias, YunHo. Gracias... por todo.
“Gracias por
amarme, aunque fuese a través del recuerdo de mi madre.”
*~.~*
Finalmente
había tomado una decisión. Me llevaría a JaeJoong conmigo, lejos del monstruo
de JiHoon. Aunque mi propósito original era matarlo... no me veía capaz de
arrebatarle la vida a él... mi segunda oportunidad de amar.
“Además, pronto
JiHoon estará en bancarrota. Lo más probable es que pierda la razón y cometa
suicidio al enterarse de que no sólo perdió su dinero, sino a su hijo
también...”
Sonreí
ante tal pensamiento. ¿Cómo se mataría ese desgraciado? Se colgaría de algún
árbol quizás... ¿O usaría su pistola? A lo mejor prefería cercenarse las
venas...
Entré
a la casa de mi primo, recibido por un increíble silencio. La sirvienta, que me
encontré de salida, me dijo que el señor les había dejado a todos este día
libre para pasarlo con su hijo. Le agradecí por la información y por dejarme
pasar. Entré lo más rápido que pude, temiendo lo peor.
“JaeJoong ah...”
Prácticamente
lancé mis cosas a un lado y emprendí la búsqueda por todo el lugar.
No
estaban en las habitaciones, ni en la sala, ni en la cocina... tampoco el
comedor. Visité todos los sitios posibles dentro de la casa, encontrándola
tétricamente vacía, obligándome a desesperarme cada vez más.
Finalmente,
me detuve en la puerta del patio a tomar aire. Necesitaba oxígeno en el cerebro
para ordenar mis ideas, aunque pensamientos cada vez más horribles se cruzaban
por mi mente. Si su padre se enteró de lo que sucedió entre nosotros...
-aunque eso sería casi imposible- siendo
él, quien abusaba de JaeJoong... Sólo Dios sabe lo que ese maniático pudo
hacerle ahora.
Alcé
la vista, notando no muy lejos de mí el invernadero que JaeJoong y yo visitábamos
cada mañana. El único lugar donde no había revisado.
Corrí
lo más rápido que pude, y al llegar desaceleré mis pasos. La puerta estaba
abierta, y no había sonido alguno. Por un momento pensé en irme, puesto que no
habría nadie allí... pero sólo por si las dudas, entré a revisar.
Plantas
de todos los colores, especies de lo más hermosas... La luz del sol iluminaba
la bella estancia.
Mi
cuerpo se congeló por un instante al notar algo en el suelo. Una mano... y un
charco rojo y denso a tan sólo unos diez pasos de donde estaba. Podía oír con
claridad ahora una débil pero agitada respiración.
–
¿J-JaeJoong?
Me
acerqué con cuidado, logrando ver mejor aquella mano... adulta.
Lo
que vi me dejó sin palabras.
JaeJoong
estaba arrodillado, contemplando el cuerpo de su padre que yacía muerto en el
suelo. Una muerte causada por incontables cortes que deformaron su rostro y
numerosas puñaladas por todo el cuerpo. El rostro de Jae, que no mostraba
emoción alguna, estaba salpicado de sangre y sus ropas eran ya de un total
color rojo. Estaba demasiado concentrado en calmar su respiración como para
notar mi presencia.
–
JaeJoong... –Estaba completamente histérico por dentro, sin embargo temí que si
gritaba, lo alteraría–JaeJoong... ¿Estás bien?
Lentamente
giró su rostro en dirección mía. Hasta entonces no había notado la daga que
tiró al suelo en ese mismo instante. La que
yo
le había regalado.
–
Yu...nHo... –Su voz temblaba y salía casi en un susurro– Lo intentó otra vez...
Sabes... pero esta vez fue diferente... –Recogió nuevamente el arma y la
abrazó– Tú me protegiste...
Me
acerqué, arrodillándome a su altura, para abrazarlo. Era demasiado joven como
para haber cometido semejante acto criminal. Giré la vista al cuerpo a mi
lado... era algo demasiado grotesco, quizás más de lo que su alma lo fue en
vida.
–
Ja... e...
Podía
percibir el frío del mismo metal ahora en mis entrañas. El dolor aumentaba por
segundos, y la sangre que brotaba de la herida aumentó cuando retiró de mi
cuerpo bruscamente aquel puñal. Cubrí con mis manos el lugar herido, tratando
de detener el flujo de sangre mientras llevaba mi mirada a los ojos de
JaeJoong, preguntando un silencioso “¿Por qué?”
–
Tu venganza ha terminado, YunHo... –Mi sorpresa aumentó al enterarme de que
él sabía de mis intenciones– Y un hombre
que vive para vengarse... no puede vivir sin ella. –Cuánta razón tiene– Lo sé
todo, Yunho yah... –Se acercó y acarició mi rostro– Sé que amabas a mi madre...
Sé que mi padre te la quitó... –se inclinaba cada vez más y más hacia mí,
haciendo que su voz llegara cada vez con más intensidad a mis oídos. Aunque
parezca increíble, a pesar de todo, no le temo... mas siento una terrible
tristeza pues la vida se me escapa de las manos y ya no podré estar a su lado
para sanar su corazón.
–
Sé también, YunHo... –besó mi mandíbula y rozó con sus labios mi mejilla– Que
ves en mí a mi madre. Siempre fui tu pequeña fantasía... una ilusión del amor
que perdiste... ¿No es así?
“No Jae... eso...
fue cuando yo... yo aun... ahora es diferente...”
Mis
pensamientos no llegaban en orden, y mi voz se negaba a salir. Quería decirle
que lo amaba, y el recuerdo de su madre dejó de reflejarse en él desde el
momento en que lo hice mío.
–
Aunque eso nunca me importó... –Me miró a los ojos, mientras su boca susurraba
sobre la mía– Porque gracias a eso... me amaste al menos una noche –besó mis
labios y luego acarició mi mandíbula– Dime... ¿Acaso pensabas en mi madre
cuando me tocabas? ¿O quizás cuando entrabas en mí una y otra vez?
–
No... –Fue lo único que mi cuerpo pudo emitir. JaeJoong me miró con
desconcierto, esperando a que reuniera las fuerzas para seguir hablando.
–
¿...No?
–
No... yo... amo... a Kim JaeJoong.
Cubrió
su boca con una mano y rió. Le miré expectante, sin encontrarle la gracia a
toda esta situación.
–
No me amas a
mí, YunHo. Tú amas a...
–
Entonces... –Le interrumpí– ¿Por qué gemí tu nombre... cuando pudo haber sido
el de ella... si en tu madre pensaba... como dices?
Me
observó en silencio, y un par de lágrimas escaparon de sus antes inexpresivos
ojos.
–
¿Por qué... me haces tan difícil odiarte? –Secó su rostro con el dorso de una
de sus manos, sólo logrando manchar más su rostro de sangre– Tú y yo... no
podemos estar juntos... no en esta vida... no en esta época...
De
pronto se inclinó hacia el suelo, apoyando una mano en su estómago. Tuvo una
tos horrible que no se detuvo hasta pasado un buen rato.
–
¿Jae... Joong?
–
Vaya... –Se acercó y se sentó a mi lado, abrazando uno de mis brazos– Las...
pastillas comienzan a... hacer efecto –La tos interrumpió nuevamente sus
palabras, esta vez obligándolo a expectorar un raro líquido que venía con
sangre– Sabes YunHo... Esta mañana... cuando tenías aquella daga en mi
cuello... creí que me matarías –Apoyó su cabeza en mí, y yo levanté una mano
para acariciar su dorada cabellera, manchándola en el proceso. Mi hemorragia ya
no tenía salvación, y sentía que las fuerzas me dejaban cada vez con mayor
velocidad.
–
Si me hubieras matado en ese momento... –Levantó sus ojos y me sonrió– Habría
sido muy feliz. Pero... también me alegra que no lo hayas hecho...
–
¿... Por... qué...?
–
Porque así... –besó mi hombro y se acurrucó en mí, tosiendo un poco– No tuviste
que mancharte las manos con su asquerosa sangre... –Miró con odio el cadáver de
su padre– Y ahora... moriremos juntos...
Mis
caricias en su cabello se reanudaron, aunque cada vez eran más torpes e
inconstantes.
–
Espero... que ambos podamos ver a mi madre... ojalá ninguno de los dos... vaya
al infierno...
–
No... Jae... –Me incliné lo suficiente como para besar su cabeza– Tú... eres...
un ángel...
Sonrió
y tomó mi mano. Ambos nos quedamos así, unidos, felices y tristes a la vez, con
la esperanza de volver a vernos, aún después de la muerte...
Fin.